[captionpix imgsrc=”https://thecostaricanews.com/wp-content/uploads/2011/11/Venezuela1.jpg” align=”left”]Maracaibo, Venezuela – Coromoto Torres can’t wait for her first trip overseas.
Her bags are packed, her airline tickets are purchased and several years of savings have given her a purse full of bolívares.
All her passport needs is a departure stamp.
But she can’t take her first trip outside South America because she doesn’t have any U.S. currency – the result of the Venezuelan government’s slow process to convert the Andean nation’s currency into U.S. dollars.
“It is a complex process,” Torres, 31, said. “You have to print paper after paper, register online and then take it to the bank. It is a sprint race against time.”
Currency exchange controls were established in Venezuela in February 2003.
The controls, aimed at preventing capital flight, have created a parallel market, where the U.S. dollar sometimes sells for 100% more than its government-set value of $4.30 bolívares per US$1.
“We don’t need to maintain a currency exchange,” said Manuel Díaz, 24, who runs an import-export business in Maracaibo. “The lack of access to foreign currency has increased inflation. We cannot ignore the real depreciation of bolívares.”
Everyone – from students to importers – must abide by the strict rules of the Commission for Currency Administration (CADIVI), the government entity in charge of approving and delivering foreign currency allocations.
The government, through CADIVI, buys and sells dollars at a fixed rate of $4.30 bolívares per US$1.
Those who wish to bypass the infinite red tape to get U.S. currency must use the parallel market, which is fueled by bids on dollar-denominated bonds sold by the government, with a price hovering nowadays around $8.55 bolívares per US$1.
Currency controls are to blame for the shortages of certain food staples and other consumer products in Venezuela, said Miguel Zambrano, president of the Industrial Chamber of Zulia state, of which Maracaibo is the capital.
“The process of requesting [the money allocation] is tedious,” Zambrano, 64, said. “There are many superfluous details that in the end are a waste of time. Eliminating the currency restrictions will ease imports, and that is important because most of the products that are consumed in Venezuela are imported. We can see that in the scarcity of some products, since some of them cannot be produced here because their ingredients are imported.”
But some analysts said the unpopular measure is necessary.
“The country needs the currency control restrictions because an oil-producing country like this needs order in its foreign-denominated assets,” said Armando Pulgar, a professor of economics at Maracaibo’s Universidad del Zulia.
“We cannot have an exchange rate that fluctuates freely because all capital would leave the country,” Pulgar, 59, said.
[captionpix imgsrc=”https://thecostaricanews.com/wp-content/uploads/2011/11/Venezuela2.png” align=”right” captiontext=””]But Zambrano said the currency controls could lead to the downfall of local businesses and industries.
“As they are right now, currency restrictions offer no opportunity of survival to small and medium companies,” he said. “They must buy currency at [parallel] market rates to acquire their products and materials. But if you buy at those prices, then you are not competitive because of inflation, and after that, the government comes and investigates where you got those dollars and who sold them to you.”
The currency controls also represent another hurdle for entrepreneurs looking to do business overseas.
“Because of currency control we [the Venezuelan private sector] have no credibility, nobody gives us credit overseas,” Zambrano added.
The Venezuelan government allocates money for those who travel for pleasure, depending on the destination and the amount of time that’s going to be spent outside the country.
For those who travel to Europe, Africa, Asia and Oceania, the total allocation is US$2,000 if the trip lasts from one to seven days and US$3,000 for a trip of eight days or longer, according to CADIVI.
The allocation for travel to the United States, Mexico, Central America and the member countries of the Bolivarian Alliance for the Peoples of our America (ALBA) goes from US$1,000, if the trip is from one to three days, US$2,000 for four to seven days and to US$2,500 for eight or more days.
And for trips to Colombia, the allocation is drastically reduced to US$300, from one to three days, US$750 from four to seven days and US$700 for trips lasting at least eight days.
“There are always problems when using credit cards outside the country,” said Richard Morales, a 28-year-old Venezuelan entrepreneur who frequently travels abroad for business. “The credit cards are often declined if you buy something that costs more than US$300, and you have to ask the attendant to run them twice for smaller amounts. It’s embarrassing.”
Once they consume their yearly allocation, tourists are forced to buy currency in the parallel market, Morales said.
It’s something Torres may have to experience firsthand.
If the government doesn’t allocate her U.S. dollars, she won’t be able to take her trip because she can’t afford the high rates of the parallel market.
“This is frustrating,” she said. “This is my money. I saved it. Why can’t I spend it as I please?”
José Bolívar – Infosurhoy.comMaracaibo, Venezuela – Coromoto Torres está ansiosa por realizar su primer viaje fuera del continente.
Ya tiene sus maletas listas, ya tiene comprado su boleto aéreo y varios años de ahorros le han proporcionado una buena suma de bolívares.
Todo lo que necesita es un sello de salida en el pasaporte.
Pero no puede realizar su primer viaje fuera de América del Sur porque no cuenta con divisas estadounidenses, resultado del lento proceso del gobierno para convertir dinero venezolano en dólares estadounidenses.
“Es un proceso complejo”, dijo Torres, de 31 años. “Uno tiene que imprimir documento tras documento, registrarse en línea y luego llevarlo al banco. Se trata de una carrera contra el tiempo”.
Los controles de cambio de divisas fueron establecidos en Venezuela en febrero de 2003.
Estos controles, que tienen la finalidad de impedir la fuga de capital, han originado un mercado paralelo, en el que el dólar estadounidense se vende en un 100% más del valor de 4,30 bolívares por 1 dólar.
“No es necesario mantener un control cambiario”, afirmó Manuel Díaz, de 24 años, propietario de un negocio de importación y exportación en Maracaibo. “La falta de acceso a divisas extranjeras ha aumentado la inflación. La devaluación real del bolívar no se puede ignorar”.
Todo el mundo, desde estudiantes a importadores, debe seguir las estrictas reglas de la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), la entidad gubernamental a cargo de la aprobación y entrega de las asignaciones de divisas extranjeras.
A través de CADIVI, el gobierno compra y vende dólares a una tasa fija de 4,30 bolívares por dólar estadounidense.
Los que desean evadir la infinidad de trámites necesarios para obtener la divisa estadounidense deben acudir al mercado paralelo, el cual se alimenta de ofertas de bonos denominados en dólares que vende el gobierno, y que hoy en día tienen un precio de alrededor de 8,55 bolívares por cada US$ 1.
Los controles de cambio son los culpables de la escasez de ciertos rubros alimenticios básicos y otros productos de consumo, dijo Miguel Zambrano, presidente de la Cámara de Industriales del Estado Zulia, cuya capital es Maracaibo.
“El proceso de solicitar [las asignaciones de dinero] es tedioso”, afirma Zambrano, de 64 años. “Hay muchos detalles superfluos que al final constituyen una pérdida de tiempo. Eliminar las restricciones de divisas facilitaría las importaciones, cosa que es muy importante, porque la mayoría de los productos que se consumen en Venezuela son importados. Eso se puede observar en la escasez de algunos productos, puesto que algunos de ellos no se pueden producir aquí porque sus ingredientes son importados”.
Pero algunos analistas explican que esta impopular medida es necesaria.
“El país necesita las restricciones del control de cambios porque un país productor de petróleo como éste necesita orden en sus activos en divisas extranjeras”, afirmó Armando Pulgar, profesor de Economía de la Universidad del Zulia en Maracaibo.
“No podemos tener una tasa de cambio que fluctúe libremente porque todo el capital saldría del país”, explicó Pulgar, de 59 años.
Por su parte, Zambrano afirmó que los controles de divisas podrían llevar a la ruina a los comercios e industrias locales.
“Tal y como está planteado ahora el control cambiario, no ofrece ninguna oportunidad de subsistencia a las pequeñas y medianas empresas”, sostuvo. “Tienen que adquirir divisas a la tasa del mercado [paralelo] para traer sus importaciones de productos y materia prima. Pero si uno vende a esos precios, entonces no es competitivo debido a la inflación y, después de eso, viene el gobierno a investigar dónde compró uno esos dólares y quién se los vendió”.
Los controles de cambio también representan un obstáculo adicional a los empresarios que procurar hacer negocios en el exterior.
“Debido al control de cambios, nosotros [los venezolanos del sector privado] no tenemos ninguna credibilidad y nadie nos otorga créditos en el exterior”, añadió Zambrano.
El gobierno venezolano asigna dinero para los que viajan por placer, dependiendo del destino y el tiempo que vaya a pasar fuera del país.
Según establece CADIVI, para los que viajan hacia Europa, África, Asia y Oceanía, la asignación total es de US$ 2 mil si el viaje dura de uno a siete días y US$ 3 mil si el viaje dura ocho o más días.
La asignación para viajes a Estados Unidos, México, América Central y los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) va desde US$ 1.000 si el viaje es de uno a tres días, US$ 2 mil si el viaje dura de cuatro a siete días, y US$ 2.500 para ocho o más días.
Y en los viajes hacia Colombia, la asignación se reduce drásticamente a US$ 300, de uno a tres días, US$ 450 de cuatro a siete días, y US$ 700 para viajes de más de ocho días.
“Siempre hay problemas al usar las tarjetas de crédito fuera del país”, dijo Richard Morales, empresario venezolano de 28 años que frecuentemente viaja por negocios al exterior. “Las tarjetas de crédito son muchas veces rechazadas si uno compra algo que cuesta más de US$ 300, de modo que hay que decirle al vendedor que la pase dos veces por montos menores. Es algo muy embarazoso”.
Una vez que los turistas han consumido su asignación anual, se ven obligados a comprar divisas en el mercado paralelo, agregó Morales.
Esto es algo que Torres quizás tenga que experimentar directamente.
Si el gobierno no le asigna sus dólares estadounidenses, ella no podrá realizar su viaje porque no puede comprarlos a las altas tasas del mercado paralelo.
“Esto es muy frustrante”, dijo. “Éste es mi dinero. Yo lo ahorré. ¿Por qué no puedo gastarlo como yo quiera?”
Por José Bolívar – Infosurhoy.com